No puede decirse que Don José Joaquín Pérez fue popular. En el siglo XIX, en Chile, aún no se reunían las condiciones que hacen posible la popularidad civil, a menos que, forzando el alcance sicológico de los sentimientos y en parte del elemento medio que lo trató personalmente. En cambio, se ganó la simpatía del pueblo de Santiago y de algunas provincias, no por su política, sino por sus socarronerías y costumbres campechanas.
El recuerdo de sus salidas y ocurrencias, lindantes en la truhanería, perduró largos años como las siguientes acciones:
1.- LIBERTAD DE PRENSA
Cuando era presidente, una comisión se acercó a pedirle la libertad de prensa, que en el caso concreto de que se trataba, equivalía pedir mayores garantías para la licencia en los periódicos de guerrilla o exploradores del escándalo. Pérez se proveyó de algunos periódicos, en los cuales se le representaba con orejas de burro o sesteando en Chena bajo las higueras, mientras el país se deslizaba por el precipicio. Los sacó de su gabán y mostrándoselos al joven político que presidía la embajada, le dijo: “¿Que mayor libertad de prensa quiere, Señor?"
2.- LIDERAZGO DEL PRESIDENTE
Una manifestación de mujeres se congregó en La Moneda para reclamar una ordenanza de la policía. En vez de hacer despejar, ordenó al Jefe de policía que los soldados abrazasen y besasen a las mujeres, con lo cual la manifestación se disolvió en medio de una alegría general. Durante la guerra con España, un seudo-técnico le propuso destruir la escuadra española que bloqueaba a Valparaíso, con torpedos. “¿Y si se chingan?", le replicó.
3.- LA FORMA DE GOBERNAR
Las vendedoras de duraznos se sentían honradas con que les comprara una media docena y se sentara en los bancos de la Alameda a pelarlos con su navaja y a saborearlos. El historiador Diego Barros Arana había adherido a su candidatura y el mandatario lo sabia. Un buen día lo convidó a comer duraznos de Chena a la hora de once, y mientras paladeaban las frutas, le dijo en tono cariñoso: “Esto es, don Diego, la mejor manera de gobernar a los pueblos”.
El recuerdo de sus salidas y ocurrencias, lindantes en la truhanería, perduró largos años como las siguientes acciones:
1.- LIBERTAD DE PRENSA
Cuando era presidente, una comisión se acercó a pedirle la libertad de prensa, que en el caso concreto de que se trataba, equivalía pedir mayores garantías para la licencia en los periódicos de guerrilla o exploradores del escándalo. Pérez se proveyó de algunos periódicos, en los cuales se le representaba con orejas de burro o sesteando en Chena bajo las higueras, mientras el país se deslizaba por el precipicio. Los sacó de su gabán y mostrándoselos al joven político que presidía la embajada, le dijo: “¿Que mayor libertad de prensa quiere, Señor?"
2.- LIDERAZGO DEL PRESIDENTE
Una manifestación de mujeres se congregó en La Moneda para reclamar una ordenanza de la policía. En vez de hacer despejar, ordenó al Jefe de policía que los soldados abrazasen y besasen a las mujeres, con lo cual la manifestación se disolvió en medio de una alegría general. Durante la guerra con España, un seudo-técnico le propuso destruir la escuadra española que bloqueaba a Valparaíso, con torpedos. “¿Y si se chingan?", le replicó.
3.- LA FORMA DE GOBERNAR
Las vendedoras de duraznos se sentían honradas con que les comprara una media docena y se sentara en los bancos de la Alameda a pelarlos con su navaja y a saborearlos. El historiador Diego Barros Arana había adherido a su candidatura y el mandatario lo sabia. Un buen día lo convidó a comer duraznos de Chena a la hora de once, y mientras paladeaban las frutas, le dijo en tono cariñoso: “Esto es, don Diego, la mejor manera de gobernar a los pueblos”.
super interesante articulo, es muy genial para los que valoramos la historia conocer datos anecdoticos, sobre todo cuando se trata de un presidente olvidado, en pocas palabras... es un placer.
ResponderEliminarSaludos y gracias.