La casa donde habitara Eduardo Frei Montalva es la única casa en pie de un ex Presidente chileno transformada en museo y que cuenta con todo su mobiliario original. Su colección de más de 350 objetos permite un verdadero viaje por la historia de Chile y del siglo XX.
Al entrar a la casa inmediatamente nos adentramos en el estilo de vida de una familia clásica chilena de los años 60’. La falta de vitrinas invita a conocer un museo con un concepto moderno que permite vivir el patrimonio familiar de Eduardo Frei Montalva a través de sus espacios más íntimos y la conservación de su mobiliario original. La colección contempla mobiliario, obras de arte, fotografías, objetos de uso personal, vestuario, la banda presidencial, dos bibliotecas, diplomas, documentos y títulos. Dada la buena condición del inmueble y por ser parte de la memoria colectiva de un importante período histórico-político de Chile, la casa fue declarada monumento nacional el año 2005.
Pero la casa de Hinderburg tiene todo un carácter emblemático. Resume lo que ha sido la norma en los otros Presidentes de Chile, que salieron de La Moneda más pobres que como entraron. Algunos como Aníbal Pinto que para pagar sus deudas vendió sus derechos en las minas Puchoco y que para subsistir aceptó un puesto en la redacción de El Ferrocarril, haciendo traducciones, junto al almirante Jorge Montt, quien habito una casa que le habían regalado sus partidarios al término de su mandato. El umbral de esa vivienda fue franqueado por el General Charles De Gaulle, Golda Meir, Indira Gandhi, el arzobispo Makarios III, la Reina Isabel II, el Príncipe Felipe, el Rey Balduino y la Reina Fabiola de Bélgica.
En lo familiar, la familia Frei vio crecer durante cuatro décadas a sus siete hijos. La sobria vida Frei y doña Maruja se reflejan en el recuerdo, cuando en las mañanas se ve a don Eduardo salir en compañía de doña Maruja, que llevaba un niño en brazos y otro en la mano. Iban hasta la esquina de Salvador, donde el tomaba la micro Catedral que lo llevaba al centro de la capital donde tenia su oficina de abogado en calle Agustinas. Mientras los pequeños quedaban agitando sus manitos. Sólo muchos años mas tarde Frei pudo comprarse un auto, un Ford de segunda mano, del cual le hicieron muchas bromas por sus frecuentes pannes.
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