martes, 22 de diciembre de 2009

¡"ESOS HUEVONES DE LA NOVENA"¡

La sesión del Senado había terminado, y dos senadores abandonaban el hemiciclo, uno era de mayor edad, y el otro de unos 20 años menos. Este último, cuando descendían unos escalones, ayudaba al otro tomándolo de un brazo. Venían conversando animadamente y lo que escuchaba el longevo debía causarle mucha gracia, a juzgar por su risa.

En el perchero, un vasto mueble de encina, retiraron sus abrigos, que uno y otro ayudaron a colocarse. Luego, el de menor edad (debía tener como 60 años) le pasó el bastón, que éste echó a su espalda.

Cualquiera hubiera pensado que pertenecían al mismo partido. Sin embargo, los redactores políticos que presenciaban esa escena, y que para ellos ya no ofrecía novedad, sabían que nunca tuvieron la menor aproximación ideológica. Más que eso, fueron adversarios, y uno persiguió al otro.

El de mayor edad era Arturo Alessandri Palma, el León, que 10 años antes había terminado su segundo Gobierno. El otro, Elías Lafferte Gaviño, santón del Partido Comunista.

Al día siguiente, Lafferte fue consultado que era lo que les causó tanta diversión. Lo que provocó la risa de Alessandri fue la respuesta a su pregunta acerca de cómo había hecho para esconderse tan bien, unos 12 años antes, en abril de 1936, cuando el León era Presidente y había ordenado su persecución. Don Elías satisfizo la curiosidad de Alessandri, y le contó cómo había burlado a la policía.

Cada noche cambiaba de escondite, y cuando estos estaban por agotársele surgió la solución de alojar en el Teatro Recoleta, de propiedad del empresario comunista Amador Pairoa. Lafferte era muy cuidadoso en su vestuario y presentación, pero al teatro llegaba con peluca y vistiendo una ropa desastrada. Aparecía como ¡el viejito que venía a barrer! Al llegar el día se marchaba. Así había logrado burlar a los agentes de Investigaciones.

“¡Estos huevones de la Novena!”, había mascullado Alessandri riéndose.

1 comentario:

  1. Don Elías debió haberse quedado callado esa vez. Uno nunca sabe.
    De cualquier modo,tal parece que la política permitía conversar con el adversario en esa época

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