Para Jorge Alessandri Rodríguez, las disposiciones que dejó para sus funerales parecen confirmar que fue “genio y figura hasta en la sepultura” en hábitos y personalidad. Inclusive fue divulgado en un medio de circulación nacional al momento de su muerte en agosto de 1986.
“Deseo que mis funerales tengan el carácter más estrictamente privado. Inmediatamente que muera, quiero que mi cadáver sea trasladado a la capilla del Cementerio General de Santiago, donde he oído permanentemente misa desde que murió mi madre en 1936 hasta el año 1971, en que lo permitieron mis fuerzas físicas y psíquicas. Quiero que mi cadáver lo coloquen en una urna austera, pero de buena calidad, porque toda mi vida he detestado las cosas feas y ordinarias”.
“Deseo que mis funerales tengan el carácter más estrictamente privado. Inmediatamente que muera, quiero que mi cadáver sea trasladado a la capilla del Cementerio General de Santiago, donde he oído permanentemente misa desde que murió mi madre en 1936 hasta el año 1971, en que lo permitieron mis fuerzas físicas y psíquicas. Quiero que mi cadáver lo coloquen en una urna austera, pero de buena calidad, porque toda mi vida he detestado las cosas feas y ordinarias”.
“Mi cadáver debe ser depositado en el nicho que queda debajo de mi padre. No acepten tampoco veladas conmemorativas ni ningún acto que le quite a mi fallecimiento el carácter de un ciudadano corriente”.
“De mi muerte sólo se dará cuenta el día siguiente al de mi sepultación, con un aviso que diga: “Ha fallecido Jorge Alessandri Rodríguez. Sus restos fueron sepultados en el Cementerio General. La Familia” ”.
“Me olvidaba de lo más importante: que no se permita por ningún motivo que los periodistas me retraten muerto, y que se evite que ellos o la televisión estén presentes en el traslado de mis restos a la capilla ardiente, en la misa y en el traslado a la tumba”.
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