Ramón Barros Luco fue un político reconocido, con una larga experiencia tanto en el Congreso como en distintos ministerios. Fue un hombre de carácter tranquilo, sencillo y reposado, además de culto, con buenos modales y simpático. Sus contemporáneos reconocieron en él un gran sentido práctico, indudablemente el de un aristócrata de vieja estirpe y una gran suerte.
Su llegada a la arena política fue porque el Presidente Federico Errázuriz Zañartú, debió pensar en un Ministro de Hacienda, porque el titular, Camilo Cobos, renunció. Errázuriz tenía su candidato, liberales y conservadores el suyo. Errázuriz le hizo ver que no aceptaría que le impusiesen a un ministro que no fuese de su agrado. En un momento de la discusión, Errázuriz abrió unos de los balcones de la calle Moneda diciendo: “Si me colocan dificultades, no me queda otra que hacer Ministro de Hacienda al primero que pase por la calle”.
En ese momento entraba a La Moneda, Ramón Barros Luco. Errázuriz lo mandó a llamar y ante la sorpresa de los presentes, le dijo que se preparara para jurar como ministro en unos minutos más. "Muy bien" contestó. Como en la Universidad había ingresado al partido Liberal, reunía con unos de los requisitos.
Para la Guerra Civil de 1891 lo sorprendió como Presidente de la Cámara de Diputados y debió sumarse a las fuerzas congresistas. A comienzos de abril se encontraba en Caldera, a borde del Blanco Encalada, el mismo barco que ayudó a comprar antes de la Guerra del Pacifico, cuando las torpederas "Lynch y Condell "-que estaban con Balmaceda- entraron sigilosamente a la bahía lanzando sus torpedos. Uno de ellos dio en el centro del acarozado, el que se hundió en pocos minutos. La circunstancia que fuera de noche y la tripulación durmiera, hizo que murieran más de doscientas personas. Sin embargo, Barros Luco, pese a que no sabía nadar, se salvó. Al caer al mar, se aferró a lo primero que encontró y esto fue con la cola de una vaca, que se llevaron para alimentación. Mantiendose en su animal-flotador pudo llegar a la playa sano y salvo.
En 1897, el Presidente Federico Errázuriz Echaurren quería designarlo como Ministro en Francia, pero reparo que su edad y estado civil podía ser un impedimento ya que había pasado los sesenta y seguía soltero. Barros Luco le pidió unas semanas para resolver el inconveniente.
Barros Luco frecuentaba el hogar de los Valdés Cuevas. Francisco de Borja y José Florencio Valdés también eran parlamentarios y habían sido colegas en algún ministerio. Cuando sus visitas fueron recurrentes, ellos pensaron que sus intenciones estaban con una de sus hermanas, la más buenamoza, que había enviudado y vio acrecentada su fortuna.
Pero la sorpresa se instalo cuando Barros Luco pidió la mano de la primogénita, Mercedes, que había pasado los cincuenta. En la sociedad santiaguina de la época se contó que, cuando sus cuñados le confidenciaron el error en sus sospechas, Barros Luco respondió: “A mis años, prefiero ser una sorpresa para una soltera antes que un desengaño para una viuda”
En ese momento entraba a La Moneda, Ramón Barros Luco. Errázuriz lo mandó a llamar y ante la sorpresa de los presentes, le dijo que se preparara para jurar como ministro en unos minutos más. "Muy bien" contestó. Como en la Universidad había ingresado al partido Liberal, reunía con unos de los requisitos.
Para la Guerra Civil de 1891 lo sorprendió como Presidente de la Cámara de Diputados y debió sumarse a las fuerzas congresistas. A comienzos de abril se encontraba en Caldera, a borde del Blanco Encalada, el mismo barco que ayudó a comprar antes de la Guerra del Pacifico, cuando las torpederas "Lynch y Condell "-que estaban con Balmaceda- entraron sigilosamente a la bahía lanzando sus torpedos. Uno de ellos dio en el centro del acarozado, el que se hundió en pocos minutos. La circunstancia que fuera de noche y la tripulación durmiera, hizo que murieran más de doscientas personas. Sin embargo, Barros Luco, pese a que no sabía nadar, se salvó. Al caer al mar, se aferró a lo primero que encontró y esto fue con la cola de una vaca, que se llevaron para alimentación. Mantiendose en su animal-flotador pudo llegar a la playa sano y salvo.
En 1897, el Presidente Federico Errázuriz Echaurren quería designarlo como Ministro en Francia, pero reparo que su edad y estado civil podía ser un impedimento ya que había pasado los sesenta y seguía soltero. Barros Luco le pidió unas semanas para resolver el inconveniente.
Barros Luco frecuentaba el hogar de los Valdés Cuevas. Francisco de Borja y José Florencio Valdés también eran parlamentarios y habían sido colegas en algún ministerio. Cuando sus visitas fueron recurrentes, ellos pensaron que sus intenciones estaban con una de sus hermanas, la más buenamoza, que había enviudado y vio acrecentada su fortuna.
Pero la sorpresa se instalo cuando Barros Luco pidió la mano de la primogénita, Mercedes, que había pasado los cincuenta. En la sociedad santiaguina de la época se contó que, cuando sus cuñados le confidenciaron el error en sus sospechas, Barros Luco respondió: “A mis años, prefiero ser una sorpresa para una soltera antes que un desengaño para una viuda”
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