Un día, un soldado se presenta al despacho del General José de San Martín y, saludándolo a la usanza militar le dijo:
*Necesito hablar con don José de San Martín, no con mi general. ¿me permite usted hacerlo?
-Hable usted - respondió San Martín.
*Señor, anoche he perdido en el juego $2.000 de propiedad del batallón; por favor tenga compasión de mí, le juro que yo no soy un tipo vicioso. Me aflijo por mi padre que es pobre y anciano, él moriría de pena si se publica mi falta.
-¡Basta! - exclamo San Martín, mientras sacaba de la cajonera de su despacho $2.000, que posteriormente le entrega al oficial
- Vaya a pagar ese dinero y guarde en el más absoluto de los secretos lo que usted acaba de decirme, porque si el General San Martín se llega a enterar de esto, lo mandará a fusilar de inmediato.
No hay comentarios:
Publicar un comentario