El 1 de abril de 1879, el Presidente Aníbal Pinto reunió al consejo de Estado en sesión secreta, a la cual no se permitió asistir ni al secretario.
El ministro Fierro leyó el mensaje de un proyecto de ley, en el cual se solicitaba la autorización del congreso para declarar la guerra al Perú y a Bolivia. Todos los consejeros, lamentando la guerra como la mayor calamidad que podía caer sobre Chile, estuvieron conformes en que, dada la existencia del tratado secreto de 1873 y la negativa del Perú a declarar la neutralidad, no quedaba otra alternativa que aceptar la guerra a que Chile era provocado.
Domingo Santa María, planteó dos preguntas previas: "¿Estamos preparados para la guerra? ¿No nos convendría más aplazar su declaración hasta armarnos?
Antonio Varas puso término al cambio de ideas: "Aunque la guerra es una desgracia, no podemos rehuirla. No es el momento de preguntarnos si tenemos o no medios para hacerla. Cuando a un hombre se le escupe a la cara, no debe meter la mano al bolsillo para cerciorarse de si carga o no el revólver. Acepto la guerra, porque la creo justa; allá veremos cómo la hacemos".
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