martes, 21 de junio de 2011

PRIMERA DAMA

La "primera dama" es un cargo que no tiene rango constitucional, simplemente su condición es simbólica, pero adquiere presencia. Pone su grano de arena en los estamentos débiles como la mujer pobladora, los ancianos y los niños. Doña Rosa Ester, la esposa del León, llevaba ajuares a las maternidades y preparaba las navidades para los niños pobres. Juanita de Aguirre Cerda se convirtió en primera dama en una Nochebuena y quedó establecido el Comité Nacional de Navidad. Marta Ide de Ríos continúo su obra. Luego la Miti, Rosa Markmann de González Videla. Así se mantuvo la tradición pero ellas trabajaban en una sobria dependencia del Palacio y sin más colaboración quelas esposas de los ministros y subsecretarios. La primera dama no hacía noticia política y se abstenía de emitir declaraciones acerca del acontecer nacional.


Graciela Letelier de Ibáñez, aparte de presidir el Comité Nacional de Navidad, creó el Ropero del Pueblo, destinado a repartir ropas a los necesitados. En el caso de Jorge Alessandri, que era soltero, su papel lo cumplió Luisa Schaeffer, esposa del ministro del Interior, Sotero del Rio. En noviembre de 1964, Maruja Ruiz-Tagle de Frei resolvió crear CEMA, que agruparía a todos los centros de madres del país. Las mamás de escasos recursos recibirían cursos de capacitación y se abrirían bazares para vender sus tejidos y trabajos artesanales. Pero todo sin bulla y con modestia y con modestia franciscana. Solo disponía de una secretaria. Alcanzó a reunir a 450 mil mamás. La Tencha mantuvo el esquema.



Después del golpe, los centros de madres pasaron a tener la tuición de las autoridades militares, que designaron a sus directivas. En la cúpula, CEMA Chile se mantuvo en receso en los primeros meses. No existía un Presidente de la República y la Junta era una institución colegiada. Cada esposa de los comandantes en jefe y del Director general de Carabineros asumió una distinta tarea de ayuda social. Doña Lucía esperaba. El 25 de junio de 1974. Un decreto ley de la Junta le confería a Pinochet la condición de Jefe de Estado “con las prerrogativas de un Presidente de la República”. Doña Lucía asumió entonces la jefatura de CEMA Chile (agregándole un apellido). Además pasó a la categoría de Fundación.



La institución pasó a convertirse en una entidad del régimen, con el presupuesto del Estado. En la cúpula adquirió carácter castrense. Doña Lucía presidía un consejo compuesto por once personas, esposas de altos oficiales. Adscrito quedó un cuerpo de cinco mil voluntarias que colaboraban en forma gratuita en las labores que desarrollaban los casi diez mil centros de madres en el país. A doña Lucía se le asignaron diez millones de pesos mensuales para “gastos de representación”, y sin rendir cuenta, porque sería de mal gusto.



En la parte administrativa se creó una empresa destinada a la ayuda social. Solo en su sede central, el claustro del 900, donde se restauró un viejo convento, se invirtió un millón de dólares. La planilla del personal fue “engordando”. El capitán general, en la sala de plenarios del edificio Diego Portales, solía hablarles al voluntariado y a las mamás de CEMA Chile. En cada acto del gobierno, ellas estaban presentes para testimoniar su adhesión.



Después que Pinochet perdió el plebiscito y vino la elección de Aylwin, doña Lucía pensó con espanto que tendría que entregarle la presidencia de la institución a doña Leonor Oyarzun de Aylwin. Rápidamente la Junta aprobó una ley que establecía que CEMA Chile sería presidido por la esposa del Comandante en Jefe del Ejército. Así habría CEMA Chile por ocho años más.



Pero doña Lucía se llevó la institución a su casa. Una disposición del gobierno militar estableció que la Polla Chilena de Beneficiencia debía entregar un porcentaje de sus premios a CEMA Chile. Ya la institución es solo un recuerdo del pasado, pero la Polla continuaba enviándole el cheque respectivo: 148 millones de pesos en 1998. Se ignora si ahí van sus “gastos de representación”.

sábado, 23 de abril de 2011

CAMBIO DE MANDO 1952



Video de la televisión holandesa del cambio de mando del día lunes 3 de noviembre de 1952, correspondiente a la asunción del nuevo presidente Carlos Ibáñez del Campo a manos de su antecesor, el presidente Gabriel González Videla. Participa en la ceremonia el presidente del senado Fernando Alessandri y el títular de la cámara de diputados Astolfo Tapia. Entre las invitadas se encuentra Eleanor Roosevelt, ex primera dama de Estados Unidos, que asiste como delegada de la Asamblea de Naciones Unidas. El nuevo mandatario es aplaudido y vitoreado por la población de Santiago.

martes, 14 de diciembre de 2010

EL ÚLTIMO DUELO

La política chilena esta jaloneada de duelos más bien verbales y el campo de honor, por lo general, es el Congreso Nacional. Ahí mismo, en pleno hemiciclo, los “honorables”, se lanzan algunos objetos, puñetazos y en ocasiones bofetadas por la pasión.

El 6 de agosto de 1952 se realizó el “último duelo” tuvo el mismo condimento que anterior duelo realizado en el año 1919 . La sesión tenía el tedio habitual de largas reuniones después de almuerzos no siempre frugales. Hablaba el entonces senador Salvador Allende, en referencia un proyecto que otorgaba días de descanso a los mineros afectados de silicosis. Agregaba que esa enfermedad era propia de los sistemas capitalistas, donde el obrero era explotado.

De repente, hizo una pregunta en tono desafiante al presidente de la comisión que había analizado la iniciativa. El afectado Raúl Rettig, le replicó:“No puede hacerme preguntas en ese tono. Además ya di exámenes en la universidad”.
Entonces Rettig haciendo alusión a la calidad de opositores al régimen saliente del presidente González Videla agregó: “Su señoría sabe que estamos en la misma posición…”
-“No puedo estar en la misma posición de quien es tránsfuga de su propia clase”
exclamó Allende, mirando, como era su costumbre, hacia la galería.
-“Su Señoría es muy valiente aquí en el recinto del senado…, pero ¿podría repetirme eso fuera de la sala?” replico Rettig, subiendo la voz.
-“Se lo digo aquí y donde usted quiera” dijo Allende
-“¡Salga y repítame eso, Su Señoría!” gritó Rettig
-“Lo hare, pero creo que usted quiere ir a la Asistencia Pública” vocifero Salvador Allende
En ese momento, Raúl Rettig, considerado el mejor orador de aquel congreso, dijo: “A la Asistencia han ido a parar muchos, por la mala atención médica de usted” gritó Rettig
-“Prefiero ser mal medico y no un abogado gestor” replicó Allende
Rettig al sentirse vejado, se lanzó hacia los sillones del sector socialista, pero se interpusieron varios parlamentarios, entre ellos, el falangista Eduardo Frei Montalva.
El presidente del senado, Fernando Alessandri Rodriguez, levantó la sesión.

Llegaron de inmediato periodistas y diputados, quienes, al conocer la incidencia, abandonaron la sesión de la Cámara para observar el espectáculo en el hemiciclo del Senado.

Durante la noche se concertó el duelo al no dar Allende las explicaciones que solicitó el Senador Rettig. Los padrinos designan “director” al diputado socialista Astolfo Tapia, quien llego vestido de negro y con corbata de humita a dirigir la contienda. Se eligió como “ring” una parcela que poseía el entonces copropietario del diario “La Tercera”, Raúl Jaras, en el sector de Macul, donde hoy proliferan algunas residencias galantes.

Los adversarios llegaron al amanecer del duelo, luego de burlar a la Policía de Investigaciones, que no pudo impedir el encuentro. Ambos vestían muy elegantes, pues, además se caracterizaban por sus vestimentas siempre a la última moda.
El ex diputado Julio Subercaseaux Barros cuenta que el padrino de Allende se acercó preocupado al representante del senador radical y le dijo:
-“El senador Allende disparará a matar…”
La respuesta del padrino del parlamentario radical fue una interrogación: “¿Y usted cree que el senador Rettig vino a cazar pajaritos?”.
El epilogo de este episodio fue que las balas
pasaron muy lejos de los combatientes. Allende tropezó al disparar y, según Rettig, creyó que el parlamentario socialista había sido herido.

Con el transcurso del tiempo, Salvador Allende, siendo Presidente de la República, nombro como embajador en Brasil, a su amigo Raúl Rettig.

domingo, 21 de noviembre de 2010

ESCAPE CON UNA SOPRANO

A Arturo Alessandri Palma nunca le temió a los riesgos que involucraban sus atrevidos amoríos. Como le ocurrió en 1935, cuando tenía 65 años, y llevaba tres en años en La Moneda, en su segunda Presidencia.

Luego de las largas Fiestas Patrias, los reporteros de La Moneda fueron informados que el Presidente de la República, aquejado de una ligera indisposición, guardaba reposo en las dependencias de palacio.

Pero no estaba allí. Como en una novela por entregas, había desaparecido. Sólo su secretario, el jefe de la policía civil, y algunos amigos juramentados, conocían la sentimental verdad. El León se había encantado de Pina Gatti, la soprano italiana que cantó Tosca y El trovador en la temporada lírica. Muy galante, y también como un caballero, decidió ir a dejarla a Buenos Aires.

En el mismo tren, en el vagón de los coches dormitorios, hubo que instalar dos guatones de la Novena Administrativa de Investigaciones, la policía política, conocidos como los guatones por ser todos anchos como “roperos de tres cuerpos”.

Fue el secreto mejor guardado, poniendo a prueba los nervios de sus más cercanos, que temían que si la oposición se enteraba pudiera lograr que se declarase vacante el cargo, pues entonces el Presidente requería de la autorización del Parlamento para ausentarse del país.

domingo, 14 de noviembre de 2010

FEDERICO I: INTRIGANTE Y MACUCO

Federico Errázuriz Zañartú, gobernó el país desde 1871 hasta 1876. Casado con Eulogia Echaurren García-Huidobro, con la que acaparaba cuatro conspicuos apellidos y reunía nueve erres, más vascos, imposible. Ella sufrió por las actitudes zigzagueantes de su marido, de quien nunca se sabía si estaba con los conservadores o los liberales. Federico padre (a diferencia de su hijo homónimo presidente) fue un intrigante incorregible que nunca conoció la lealtad.

El presidente Domingo Santa María tampoco fue benévolo con su juicio: “El amigo de Federico Errázuriz Zañartú es su amigo hasta donde le conviene”. La iglesia, que lo tuvo como el presidente-feligrés porque estudio en el seminario, sufrió las veleidades cuando Errázuriz le hizo la desconocida y suprimió el fuero eclesiástico, diciendo que “todos los seres son iguales ante la ley… y ante Dios”.

En su trato, este Federico era desagradable, muy distinto a su hijo, el de los chistes. Se señalaba que en las revistas de la época que el presidente paseaba en Fiestas Patrias su rostro fiero y hosco. Doña Eulogia, católica de misa diaria, fue a llorarle al arzobispo Rafael Valentín Valdivieso, quien la consoló contándole que su marido era desde niño “cubiletero” (intrigante, maquinador) y “macuco”, echándose los principios por la espalda para no decir por la raja.

Misiá Eulogia, que tenía un gran sentido estético, hojeaba fascinada las revistas francesas que mostraban la transformación de Paris emprendida por el barón Haussmann, e insistió ante su marido que debía hacer algo por el embellecimiento de Santiago. Felizmente, éste, sea por aburrimiento o por galantería, se dejó llevar del consejo y nombró a Benjamín Vicuña Mackenna, que había permanecido años en Europa como desterrado político cuando le dio por hacer revoluciones liberales, aceptó complacido. Entre sus logros se cuenta la transformación del cerro Santa Lucía, que de peñón agreste se convirtió en un hermoso paseo. Además, la obra salió barata, pues Vicuña Mackenna hasta puso dinero de su bolsillo. Por poco él sucede a Errázuriz en La Moneda.

La administración Errázuriz Zañartú también se vio favorecida con un obsequio importante: la familia Cousiño regaló el parque de su nombre a la ciudad de Santiago, y que un populista alcalde de la época, a quien le faltaban números para el programa dieciochero, resolvió quitarle su nombre para dárselo a O´Higgins.

Hay quienes aseguran que doña Eulogia, de a poquito, llegó prácticamente a compartir el gobierno. Mientras su marido estaba preocupado de las peleas doctrinarias, ella se interesaba por el embellecimiento de Santiago. Se preocupó, por ejemplo, de que se terminaran los edificios de la Casa Central de la Universidad de Chile y el Congreso Nacional, a la vez que la Quinta Normal inaugurase en 1875 su palacio-exposición. También insistía a su marido para que el ferrocarril, que sólo corría hasta Curicó, llegara hasta Chillán extendiéndose luego hasta Concepción y Angol. En una carta desde su fundo, donde veraneaba, le escribía: “El mejor regalo que me puedes hacer para mi cumpleaños es que pudiera ir a visitar a mi prima Carmen en Chillán. Me dicen que los rieles ya están colocados hasta Linares”.

Si en política, Errázuriz fue bastante poco ético, eso no significaba que, en el doble discurso que caracteriza a la sociedad chilena, no se dictaran severas normas morales para el resto de los ciudadanos. Es así como el Código Penal de la República, promulgado por Errázuriz Zañartú en 1874, contemplaba duras sanciones para quienes cometerían acciones contrarias a las buenas costumbres. No explicaba cuáles eran éstas, pero se suponía que eran aquellas que rompieran la seriedad oficial. La de no tener, por ejemplo, aspecto de inglés, pues por algo éramos los “ingleses de Sudamérica”. Los padres reprimían la risa de sus hijos diciéndoles: “La risa abunda en la boca de los tontos”. Los muchachos de la época crecían con el temor a ser tontos.

martes, 2 de noviembre de 2010

NO CONTABAN CON MI ASTUCIA

El cardenal Juan Francisco Fresno relató que el día del golpe de Estado de 1973 se encontraba en Roma, y estaba almorzando en el convento de las monjas de Santa Marta, cuando la televisión italiana informó de lo que acontecía en Chile. Un rato después recibió un llamado de la Secretaría de Estado del Vaticano, cuyo mensaje era que el Papa quería verlo. Trató de recibir información de la embajada, pero no sabía del embajador René Rojas Galdames. (Pésimo informante, ese mismo día se dio vuelta la chaqueta, continuando en la diplomacia y hasta fue ministro de Relaciones Exteriores del Régimen Militar).

El Papa Pablo VI lo esperaba muy preocupado. Tenía un sentido político bastante fuerte, y veía con horror que se pudiera cortar drásticamente toda vía democrática con un golpe de los militares. En ese momento indica que en ese mismo momento se realizaría un acta de excomunión a los militares que se han metido en esto. Pero el cardenal chileno refutó que el Santo Padre no tenía noticia de la Nunciatura, entonces como podía realizar una excomunión si en Chile tenía un nuncio, monseñor Sotero Sanz, argumentando que además entre los militares hay gente católica, otra que no lo es.

Pero el Papa señalaba que “Pero esto no puede ser. Esto ha sido tremendo, no puede suceder. El caso de Chile va a tener una influencia inmensa en las otras democracias de América” respondía perturbado. Fresno alegaba que debía informarse antes de dar ese paso a pesar que de que el Santo Padre no podía contactarse con el Nuncio Apostólico, pero de todas maneras insistía con la excomunión.

Hasta que el entonces Arzobispo de La Serena contestó “Santo Padre, usted no me respeta a mí. Yo soy chileno, soy un arzobispo allá y tengo responsabilidades sobre muchos fieles. Respéteme a mí, Santo Padre” hablándole duro y luego el Santo Padre dijo: “Bueno, por ahora no lo voy hacer”, y no lo hizo.

Ni siquiera el propio Pinochet, supo jamás que Fresno había sujetado esa excomunión.

martes, 19 de octubre de 2010

¿EL REY DE LA SELVA?

Uno de los incidentes más sonados en la historia , se produjo con la publicación del número 285 de la revista "Topaze".

Esta revista, que se rotuló a sí misma como "el barómetro de la política chilena", nació en el año 1931, fue publicada hasta 1970, y se transformó en la más importante publicación de su ramo en Chile. La revista Topaze las emprendía sin distinciones contra el Gobierno o contra la oposición, no pocas veces debió pasar algunos tragos amargos con la censura.

Sin embargo, el momento más complicado de su historia se dio en la segunda semana de Enero de 1938. En aquellos años, la política chilena estaba algo complicada. Arturo Alessandri Palma había sido Presidente de Chile desde 1932, tocaban elecciones en 1938, y era el primero que estaba casi por acabar su período presidencial desde él mismo, porque entre 1925 (en que el mismo Alessandri había abandonado el mando supremo) y 1932, Chile había estado sumido en una fuerte anarquía y un estado cercano a la falta de Constitución, si no en la teoría, sí en la práctica.

Para esa elección, uno de los favoritos era el General Carlos Ibáñez del Campo, quién había sido Presidente de Chile por la vía del golpe de estado, entre 1927 y 1931, hasta que los efectos económicos de la Gran Depresión habían terminado por obligarle a renunciar. Ibáñez aspiraba a llegar otra vez a Presidente por la vía electoral, apoyado por grupos de derecha, incluyendo a grupos simpatizantes nazis (en la época no estallaba aún la Segunda Guerra Mundial, y los nazis no estaban tan desprestigiados como después de ésta).

Alessandri en su segundo período había gobernado con la derecha, no simpatizaba con Ibáñez del Campo, y de hecho, le había atacado con un duro discurso. En respuesta, Ibáñez del Campo no se achicó, y lanzó una carta pública de desafío al mandatario. Todo el mundo esperaba que el Presidente de la República salvara la dignidad del sillón presidencial y pusiera en su lugar a Ibáñez del Campo, pero esto no sucedió. Coke entonces dibujó una caricatura (y "Topaze" la publicó, claro) titulada "se chupó", en que un pintor dibujaba a un león rugiendo, mientras que delante suyo tenía el modelo de un león en el suelo, con el pie encima de un domador, que tenía la cara de Carlos Ibáñez del Campo (es la imagen que ilustra este posteo, por más señas).

El Profesor Topaze, protagonista de la revista, le decía al pintor: "¿Sabe, mi general, que no es tan bravo el león como lo pintan?". El puñetazo era bien visible, porque Arturo Alessandri Palma no en vano era conocido como "el León de Tarapacá". Con todo, Coke le había encargado la caricatura a Pekén, otro dibujante, con la prevención de que no lo fisonomizara con los rasgos del Presidente.

Antes de que la revista fuera lanzada, de alguna manera, Alessandri se enteró. Coke fue inmediatamente puesto bajo arresto.

El ministro instructor preguntó:-¿Ha sido su intención personificar al Presidente de la República en la figura de este león?

-Me sorprende que S.S. suponga que S.E. pueda ser representado por un animal- fue la respuesta maliciosamente "ingenua" de Coke, quien ganó así la batalla legal.

Con todo, cuando volvieron a la editorial, Coke se encontró con la noticia de que la Policía de Investigaciones había entrado al edificio y retirado en camiones la tirada completa. Después de investigar varias horas, descubrieron finalmente el lugar en el cual la tirada completa había sido incinerada. De inmediato buscaron al juez, el cual acudió al lugar el prefecto Peluchonneau denunciado junto a un actuario.

Obtuvieron las pruebas entre los restos calcinados, y con ello hubo un nuevo proceso, ahora contra la Policía de Investigaciones. En unas cuantas horas, estaba renunciado, y el propio Presidente Alessandri debía confesarse por radio como responsable de dar la orden...Ni qué decir de cómo Topaze se festinó por semanas a costa de Alessandri, quien tuvo que mantenerse callado.

En una de las tantas, lo dibujó amenazando al Profesor Topaze, diciéndole "Amigo Topaze, hay que odiarme menos y quererme más"... Muchos años después, Alessandri diría de su acerba relación con Topaze: "No le guardo rencor a Topaze. Es cierto que ha sido injusto y violento conmigo, pero no me quejo. Siempre he pensado que los hombres tienen su sino, y el mío ha sido que, como a las pelotas de fútbol, mis adversarios me han levantado a puntapiés"...