miércoles, 30 de septiembre de 2009

QUERIDO FISCO

Los gobiernos tenía la buena costumbre de envíar a los profesores a Europa a "estudiar". Amanda Labarca (casada con un político radical, que fue ministro de varias carteras) se le fue la vida viajando. Regresando en un barco, cruzando en el canal de Panamá, tomando un aperitivo con otros pasajeros, reflexionó en voz alta: "¡En realidad soy una mujer con suerte! Gracias al destino, es la décima vez que atravieso el canal!".

Isidoro Errázuriz, que fue parlamentario, ministro y diplomático, que brillaba por su ingenio cáustico, la escuchó y no pudo resistirse: "Señora, ¿no sería más correcto decir "gracias al Fisco"?

ES UN ESTADISTA

Marta Rivas, madre de Manuela Gumucio y abuela del candidato Marco Enríquez-Ominami ocurrió una vez que Eduardo Frei Montalva, ya candidato a la Presidencia, llegara a su casa a tomar té, acompañado de varios DC. Estaban en la mesa cuando ella expelió un desagradable peo, lo que motivó una bochornosa situación.

Ya a solas , su marido Rafael Agustín Gumucio le preguntó: "¿Y qué te pasó?", a lo que Marta respondió: "Quería probar si Frei es un estadista... Todos se mostraron confundidos, pero él siguió hablando, como si nada ocurriese. Eso hace un estadista".

martes, 29 de septiembre de 2009

SI CARGA O NO, VAMOS IGUAL


El 1 de abril de 1879, el Presidente Aníbal Pinto reunió al consejo de Estado en sesión secreta, a la cual no se permitió asistir ni al secretario.

El ministro Fierro leyó el mensaje de un proyecto de ley, en el cual se solicitaba la autorización del congreso para declarar la guerra al Perú y a Bolivia. Todos los consejeros, lamentando la guerra como la mayor calamidad que podía caer sobre Chile, estuvieron conformes en que, dada la existencia del tratado secreto de 1873 y la negativa del Perú a declarar la neutralidad, no quedaba otra alternativa que aceptar la guerra a que Chile era provocado.

Domingo Santa María, planteó dos preguntas previas: "¿Estamos preparados para la guerra? ¿No nos convendría más aplazar su declaración hasta armarnos?

Antonio Varas puso término al cambio de ideas: "Aunque la guerra es una desgracia, no podemos rehuirla. No es el momento de preguntarnos si tenemos o no medios para hacerla. Cuando a un hombre se le escupe a la cara, no debe meter la mano al bolsillo para cerciorarse de si carga o no el revólver. Acepto la guerra, porque la creo justa; allá veremos cómo la hacemos".

martes, 22 de septiembre de 2009

NO SEA ILUSO


Jorge Alessandri Rodríguez participó activamente en la campaña presidencial de su cuñado Arturo Matte en 1952. Estaba a cargo de la distribución de dineros a los distintos partidos para gastos electorales. Eduardo Boetsch representó a su yerno Jaime Larraín presidente del Partido Agrario Laborista para la reunión.

Quedaron varias personas haciendo el antesala cuando entró al despacho de Alessandri. Directamente le preguntó “¿Cuántos votos pensaba obtener el partido en Santiago?”.

El representante dio una estimación que se le había dado, astronómica por cierto. Lo cual generó la reacción tremenda de don Jorge: “Mire joven, si Arturo Matte sacara en Santiago los votos que dice tener cada partido, no habría votos en chile para Matte, aunque los obtuviera todos”.

Boestch no dejó de encontrarle razón y le pidío entregar al partido lo que estimara prudente.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

COLA DE MONO

El cola de mono o "colemono" es un trago típico chileno que, si bien se puede consumir todo el año, suele ser tradicionalmente asociado a la Navidad y el Año Nuevo.

Es un combinado de café, leche, azúcar y aguardiente, y generalmente se le añaden especias (canela, por lo regular, aunque también a veces cascaritas secas de naranja) para darle un toque. El origen del trago, así como el de su denominación, es uno de los misterios sumergidos en la Historia Profunda de Chile, y circulan varias versiones sobre ella.

Según don Manuel Antonio Román, en su diccionario de chilenismos, el nombre vendría simplemente del color café oscuro del trago, semejante a la cola de un mono. Otros le achacan la responsabilidad a que el trago se comercializaba artesanalmente en sus buenos tiempos, reutilizando las botellas de un popular anís español, el Anís del Mono, cuya característica era el dibujo de un mono con una larga cola.

Pero las versiones más populares relacionan al colemono con don Pedro Montt, quien fuera Presidente de Chile entre 1906 y 1910. Según una versión, en 1901 los partidarios de Pedro Montt habrían ido a consolar la derrota electoral sufrida frente a Germán Riesco, a una heladería cuya especialidad de la casa era justamente un trago de aguardiente con helados de café con leche derretidos. El trago no tenía nombre, pero hubo quienes asociaron a Pedro Montt (a quien, por lo bajo, y comprensiblemente de espaldas al aludido, llamaban el Mono Montt por su cara más bien morena) y el que hubiera salido "a la cola" o "coleado" en las elecciones, con el trago.

Empezó así a hablarse de la "cola de Montt", y más aún, con su picardía, de la "cola de mon... o", para aludir a Montt sin referirse directamente a él. Pero la versión más popular es la siguiente. En la casa de doña Filomena Cortés viuda de Bascuñán, que tenía cuatro hijas casaderas que cantaban, tocaban la guitarra y el arpa, se organizó una fiesta que tenía como invitado de honor nada menos que al ahora sí Presidente don Pedro Montt. En la madrugada empezó a llover, e inquieto, Pedro Montt quiso retirarse, y pidió que le devolvieran un revólver Colt que había entregado para que lo custodiaran.

Los invitados trataron de disuadir a Montt de que no se retirara, en parte por la lluvia y en parte para seguir la fiesta, y de manera muy conveniente para los contertulios, nadie recordaba dónde había quedado el dichoso revólver. Y como el vino y los licores se habían terminado, y descubrieron sólo una jarra de café con leche, los parroquianos le echaron aguardiente y azúcar, y siguieron la fiesta. Y como el trago no hubiera nacido, según esta versión, si el revólver del Presidente no se hubiera perdido, se lo llamó en su honor el "Colt de Montt", que después por corrupción idiomática habría pasado a ser el "colemono".

martes, 15 de septiembre de 2009

MOLESTOSO

Fue un almuerzo realizado en La Moneda, a fines de marzo de 1999, al conocerse el segundo fallo de los lores. Tal vez si inmediatamente les hubieran preguntado de qué sirvieron, ninguno lo recordaría. Porque todo allí fue una catarsis, una liberación de las emociones contenidas en el caso Pinochet.

El Presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle en un momento, exasperado, exclamó: “¡Hasta cuándo!” ¿Cuándo va a terminar esto, para que podamos seguir funcionando normalmente?”. Un ministro aprovechó ese instante de confianza para desahogarse, diciendo: “Nos jodió durante diecisiete años… Pero no le basta, ¡nos sigue jodiendo!”.

lunes, 14 de septiembre de 2009

LA GUERRA DE DON LADISLAO

A mediados de los lejanos años 20, en pleno gobierno de Juan Luis Sanfuentes, ocurrió uno de los hechos más curiosos de la historia de Chile: la guerra de Don Ladislao.
En aquellos tiempos, era evidente que Arturo Alessandri era el que la llevaba, para desespero del gobierno. En un ataque de imaginación febril y no teniendo que inventar para detener al León de Tarapacá, el gobierno de aquella época movilizó al ejército ante una supuesta amenaza en el norte de una invasión peruana. El pretexto eran supuestas reivindicaciones territoriales del Perú, que habían pasado a mayores y por tanto la integridad de la patria corría peligro.
Aquellas supuestas reivindicaciones no eran más que el primer reclamo boliviano sobre la mediterraneidad, presentado a la Sociedad de las Naciones, que contó con el guiño aprobatorio del gobierno del Perú en aquel tiempo. Fue un frenesí, se movilizaron a antiguos reservistas, la primera división de ejército empezó a hacer maniobras en el desierto, las hordas enfervorizadas clamaban por más sangre chola, los viejos veteranos de la guerra del pacífico, con sus patas cojas y sus muñones salieron a marchar...la prensa martillaba y martillaba de fervor por la tercera guerra contra la confederación, y no hubo quien dijo que en esta pasada nos quedamos con hasta con los huacos.
La guerra de Don Ladislao duró obviamente hasta que pasaron las elecciones, y no se vio a peruano alguno marchando hacia su "Estrellita del Sur". La única organización que se opuso al fervor nacionalista desatado por Don Ladislao y el temor a que los cholos vinieran a llevarse de vuelta el Huáscar, el suspiro limeño, el pisco y los leones de la avenida Idem, fue la FECH, lo que le valió ser acusada de antipatriota...fue famoso el cartel colocado en su sede por las hordas nacionalistas "Se vende esta casa. Tratar en Lima".Pasó el tiempo y ni los peruanos se aparecieron por acá a llevarse el suspiro limeño, ni la FECH se vendió en Lima y el gobierno del opaco Sanfuentes y el ingenioso Don Ladislao pudo detener la ola desatada por el León de Tarapacá y su "chusma querida".

jueves, 10 de septiembre de 2009

LA MALDICIÓN DEL CENTENARIO

Desde comienzos del siglo XX, Chile se aprestaba a celebrar el centenario de la independencia con una serie de fiestas e inauguraciones, a las que habían sido invitadas diferentes delegaciones de todo el mundo. Sin embargo, una serie de hechos trágicos comenzaron a enlutar la celebración.
Los costos de la celebración aumentaban rápidamente: por ejemplo, el presupuesto del Museo de Bellas Artes, uno de los edificios simbólicos del centenario, había pasado de $495.310 de la época a $22.100.000 hacia 1905. En 1906, un fuerte terremoto asoló el puerto de Valparaíso. Ante la necesidad de reconstruir el puerto, muchas personas solicitaron la suspensión de la costosa celebración, sin embargo, el Senado se pronunciaría y mantendría los planes del gobierno. En tanto, el país entraba en una crisis económica y los ingresos provenientes del salitre no eran suficientes para costear el oneroso centenario. El descontento en la población aumentó y se produjeron diversas protestas y huelgas, destacando la matanza de Santa María de Iquique en 1907.

Sin embargo, la tragedia no terminaría allí. En 1906, Pedro Montt asumió la Presidencia con la convicción de ser el protagonista de las festividades. Sin embargo, la arteriosclerosis lo debilitaba cada vez más. Meses antes de la fecha esperada, Montt viajó a Alemania para tratar su enfermedad. Tras solicitar la renuncia de su ministro del Interior, Agustín Edwards McClure, invistió en dicho cargo a Elías Fernández Albano, quien lo subrogaría mientras estuviera ausente. Tras un largo viaje, Montt llegó a Bremen, donde fallecería el 16 de agosto. Fernández Albano presidiría el funeral del mandatario, 10 días después.

Cada vez quedaba menos para la celebración del centenario y la muerte del Presidente Montt había enlutado las festividades. Sin embargo, el 6 de septiembre la situación empeoraría con la repentina muerte de Fernández Albano producto de un resfrío. A doce días del aniversario de la independencia y con cientos de personas provenientes de diversas partes del orbe, el país se quedaba sin jefe de Estado. Debido a que la Constitución no especificaba claramente el orden de precedencia entre los Ministros de Estado, pues señala que debía asumir como vicepresidente el "Ministro del Despacho más antiguo", dos eran consideradas como posibles nuevos vicepresidentes: Luis Izquierdo y Emiliano Figueroa. El problema fue resuelto en el sentido que la antigüedad se refería a la fecha de juramento en el cargo de Ministro y no a la época de creación del respectivo Ministerio. Así fue designado Figueroa, que además era un hombre de mundo y la persona más apropiada para recibir a las delegaciones oficiales, liderando la triste conmemoración, el 18 de septiembre de 1910.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

RAMÓN BARROS LUCO


Ramón Barros Luco fue un político reconocido, con una larga experiencia tanto en el Congreso como en distintos ministerios. Fue un hombre de carácter tranquilo, sencillo y reposado, además de culto, con buenos modales y simpático. Sus contemporáneos reconocieron en él un gran sentido práctico, indudablemente el de un aristócrata de vieja estirpe y una gran suerte.
Su llegada a la arena política fue porque el Presidente Federico Errázuriz Zañartú, debió pensar en un Ministro de Hacienda, porque el titular, Camilo Cobos, renunció. Errázuriz tenía su candidato, liberales y conservadores el suyo. Errázuriz le hizo ver que no aceptaría que le impusiesen a un ministro que no fuese de su agrado. En un momento de la discusión, Errázuriz abrió unos de los balcones de la calle Moneda diciendo: “Si me colocan dificultades, no me queda otra que hacer Ministro de Hacienda al primero que pase por la calle”.
En ese momento entraba a La Moneda, Ramón Barros Luco. Errázuriz lo mandó a llamar y ante la sorpresa de los presentes, le dijo que se preparara para jurar como ministro en unos minutos más. "Muy bien" contestó. Como en la Universidad había ingresado al partido Liberal, reunía con unos de los requisitos.

Para la Guerra Civil de 1891 lo sorprendió como Presidente de la Cámara de Diputados y debió sumarse a las fuerzas congresistas. A comienzos de abril se encontraba en Caldera, a borde del Blanco Encalada, el mismo barco que ayudó a comprar antes de la Guerra del Pacifico, cuando las torpederas "Lynch y Condell "-que estaban con Balmaceda- entraron sigilosamente a la bahía lanzando sus torpedos. Uno de ellos dio en el centro del acarozado, el que se hundió en pocos minutos. La circunstancia que fuera de noche y la tripulación durmiera, hizo que murieran más de doscientas personas. Sin embargo, Barros Luco, pese a que no sabía nadar, se salvó. Al caer al mar, se aferró a lo primero que encontró y esto fue con la cola de una vaca, que se llevaron para alimentación. Mantiendose en su animal-flotador pudo llegar a la playa sano y salvo.

En 1897, el Presidente Federico Errázuriz Echaurren quería designarlo como Ministro en Francia, pero reparo que su edad y estado civil podía ser un impedimento ya que había pasado los sesenta y seguía soltero. Barros Luco le pidió unas semanas para resolver el inconveniente.
Barros Luco frecuentaba el hogar de los Valdés Cuevas. Francisco de Borja y José Florencio Valdés también eran parlamentarios y habían sido colegas en algún ministerio. Cuando sus visitas fueron recurrentes, ellos pensaron que sus intenciones estaban con una de sus hermanas, la más buenamoza, que había enviudado y vio acrecentada su fortuna.
Pero la sorpresa se instalo cuando Barros Luco pidió la mano de la primogénita, Mercedes, que había pasado los cincuenta. En la sociedad santiaguina de la época se contó que, cuando sus cuñados le confidenciaron el error en sus sospechas, Barros Luco respondió: “A mis años, prefiero ser una sorpresa para una soltera antes que un desengaño para una viuda”

martes, 8 de septiembre de 2009

"¡¡CURICANOS DE MIERDA¡¡"


Como se sabe, Alessandri Palma era un gran orador y gustaba discursear sin pausas frente a multitudes enfervorizadas. Era un tribuno algo demagogo, pero efectivo. Consciente de su poder, siendo Presidente de la República, decidió encabezar la campaña parlamentaria de su tienda política ya que necesitaba urgentemente contar con mayoría en el Congreso. A bordo de un tren recorrió ciudades y pueblos entre Santiago y Chillán, deteniéndose en cada estación ferroviaria donde le esperaba una multitud anhelante por escuchar sus peroratas.

Al regresar desde Chillán a la capital, habiendo ya discurseado en cuanta estación existía en aquel trayecto, el tren tuvo que detenerse en Curicó para recargar carbón y agua, por lo que esa parada demoraría solamente algunos escasos minutos. No obstante, un enorme grupo de adherentes rodearon el último vagón exigiendo al mandatario pronunciar algunas palabras. Ni corto ni perezoso, Alessandri apareció en el descanso final del vagón dispuesto a hablar, pero el griterío era ensordecedor y, para colmo de males, el conductor del tren hizo sonar el silbato indicando que la máquina volvía a ponerse en marcha.

Desesperado por ambos hechos, Alessandri gritó a viva voz: “Tres palabras solamente, tres palabras solamente”. Pero la masa seguía vivando y chillando de alegría, impidiendo al Presidente imponer su voz por sobre el griterío general. Además, el tren comenzaba ya a moverse. “Tres palabras solamente, tres palabras”, insistía a grito pelado el mandatario, francamente molesto porque el gentío le impedía hablar.

La muchedumbre comenzó a bajar sus decibeles en el mismo momento que el convoy aceleraba su andar. “El León nos dirá tres palabras, amigos…guardemos silencio y escuchemos a nuestro Presidente”, voceó uno de los concurrentes que estaba en las primeras filas. “Tres palabras nada más”, insistió Alessandri, mientras el tren aumentaba su velocidad…y cuando hubo silencio suficiente (con el tren acelerando su andar), Alessandri, molesto hasta el tuétano por no haber podido discursear, gritó por fin esas famosas tres palabras: “¡¡Curicanos de mierda!!”.

lunes, 7 de septiembre de 2009

CAOS EN EL 21 DE MAYO

El día 21 de mayo de 1938, el Presidente de la República Arturo Alessandri Palma debía rendir su última cuenta anual ante el país. Antes de comenzar la sesión, un estruendo hace remecer el viejo edificio. Una bomba de ruido había explotado en los jardines del Congreso Nacional.

Cuando el Presidente del Senado, Miguel Cruchaga Tocornal, da inicio a la sesión, el diputado radical Gabriel González Videla pide la palabra. El parlamentario pretendía protestar a viva voz por los atropellos sufridos durante la campaña y por el mencionado intervencionismo en las elecciones de ese año.

Otros congresistas del Frente Popular (coalición opositora) apoyan su protesta, por lo que en las tribunas se oye un griterío que empapela a González y a los diputados frentistas. Los parlamentarios frentistas se retiran gritando “¡Viva el Frente Popular!” y alzando el puño. Los congresales oficialistas y ciertos miembros del público les gritan.

El jefe de los nacistas, el diputado Jorge González von Mareés se queda en el hemiciclo. Recibe una serie de insultos que luego terminan en pelea. Ante esto responde con un disparo al aire. Una turba de carabineros, detectives y público se le abalanza y lo golpean. Los diputados radicales Justiniano Sotomayor y Fernando Maira corren igual o peor suerte al tratar de defenderlo. El Congreso se convierte en un campo de batalla.

Mientras tanto, Gabriel González Videla vuelve sobre su marcha. El futuro presidente era en ese entonces un ardoroso radical de izquierda advierte al Presidente del Senado: “sobre mi cadáver se llevarán detenido a un diputado de la República”, por lo que Carabineros lo detiene en ese mismo instante.

Varios de los presentes fueron a parar a la Posta 3 para constatar golpes. Los opositores quedan presentan una acusación constitucional contra el Ministro del Interior, Luis Salas Romo, por violación del fuero parlamentario. El Ministro se salva por tres votos.

En agosto de ese año un grupo de adherentes opositores van al Congreso para la discusión de una ley. Ahí varios diputados, encabezados por el propio González, se le van encima y arman otra trifulca. Todos estos incidentes serían un preludio de lo que vendría después, el famoso 5 de septiembre de 1938, cuando un grupo de nacistas intentan un alzamiento contra Alessandri, tomándose el Seguro Obrero., esto trae como consecuencia el triunfo de Pedro Aguirre Cerda como en las elecciones de octubre.

EL RÍDICULO ALZAMIENTO DE ARIOSTO

Era 1939, nuestro país aún vivía los efectos del terremoto de Chillán y, a raíz de esta tragedia, nacía la Corfo. En La Moneda gobernaba el Frente Popular, coalición izquierdista presidida por el maestro Pedro Aguirre Cerda. “Don Tinto” (llamado así por poseer viñas, no por aficiones etílicas) nunca se imaginó lo que iba a ocurrir un día de agosto de ese año, a pocos meses de asumido. No sería un terremoto lo que lo iba a asustar, sino un insólito y ridículo alzamiento.

El país había vivido momentos de inestabilidad entre 1924 y 1932. Golpes de Estado, levantamientos, seudo dictaduras y conspiraciones varias habían agitado la vida de nuestra patria. Con el segundo gobierno de Arturo Alessandri Palma, se había llegado a una situación de aparente calma, pero existían ciertos sectores descontentos con el Frente Popular. Personeros de derecha y oficiales, en retiro y activos, miraban con malos ojos al “régimen comunistoide del Negro Aguirre”, como lo llamaban con desprecio.

Un día, unos pocos oficiales “hicieron ver” su molestia de malas maneras. Por esta razón, el general de Ejército Ariosto Herrera Ramírez (descendiente del héroe Eleuterio Ramírez, parentesco que lo ayudó a ascender), comandante de la Segunda División, fue llamado a retiro de las filas. Herrera había sido adicto militar en la Italia de Mussolini y no ocultaba sus simpatías por el caudillo itálico, ni por Hitler o Franco. Marcado por su carácter anticomunista, se había negado a desfilar frente a La Moneda el 21 de mayo, al ver que flameaban trapos rojos cerca de sus tropas. Él mismo habría sacado violentamente las banderas a punta de sables y amenazas. El hecho de ser considerado sospechoso por “fascista” lo hizo retirarse picado de su institución.

El 25 de agosto de 1939, Ariosto Herrera intentó nada menos que levantarse en contra del gobierno de Aguirre Cerda . ¿Cómo? Salió de su casa de madrugada con una manta de Castilla y se acuarteló en el regimiento Tacna. Dentro del cuartel, Ariosto envalentonó a sus oficiales: “El que esté de acuerdo conmigo, un paso al frente”. Sólo dos soldados decidieron dar el paso. La mayoría de los oficiales jóvenes no le compraron el llamado; no pretendían cortar su carrera por una absurda aventura golpista.

Pese al poco entusiasmo, la noticia llegó a La Moneda. Los tiras tenían órdenes de seguir los movimientos de Herrera. Al enterarse, Don Tinto montó en cólera. Cuenta la leyenda que tomó una pistola y exclamó: “¡ Muerto me sacan de aquí, mi deber es morir matando!” Las malas lenguas añaden que uno de los que presenció este episodio fue el Ministro de Salud, el entonces joven médico Salvador Allende. El destino le tenía preparada una jugarreta similar, pero mucho peor.

El golpe había nacido muerto. Las Fuerzas Armadas se mantuvieron leales al gobierno. La aventura de Ariosto no pasó de ser una broma. Herrera pretendía emular a Mussolini encabezando una “Marcha sobre Roma” a la chilena, acompañado de tanques y gente del pueblo. Dicen que tenía preparadas hasta unas “góndolas” (micros antiguas) para trasladar a personal golpista de la Escuela de Infantería de San Bernardo. Pero cuando los conjurados llegaron a buscarlas, se encontraron con la sorpresita de que no tenían las llaves ni combustible. Así las cosas, no les fue muy difícil a las tropas leales atrapar a Ariosto.

El militar pidió entonces permiso para suicidarse. Pero él mismo no tardó en arrepentirse y se entregó tranquilito. Pero aquí no paró el asunto. Pronto se descubrió que todo era una conspiración y que Herrera había sido sólo un títere de otros. ¿De quién? Del ex dictador Carlos Ibáñez del Campo, Herrera cayó preso, pero el “Caballo” Ibáñez se arrancó, con la cola entre las piernas, a la Argentina. Días después, cayeron una serie de sospechosos vinculados a la derecha, todos encarcelados o relegados. El gobierno masón y comefraile de Aguirre Cerda no tuvo empachos en detener hasta a un sacerdote muy cercano a Ibáñez.

Durante el mismo día del ridículo golpecito se reunió una multitud frente al Palacio de Toesca. “Todo Chile con Aguirre” era el estribillo coreado por 200 mil almas. “La Democracia se ha salvado”, diría don Tinto. “Las instituciones funcionan”, se diría hoy día.

EL CONFLICTO DEL BALTIMORE

En los últimos meses de 1891, Chile vivía una situación especial. Recién había terminado la guerra civil y aún se lamentaban las pérdidas. Habían caído más de diez mil chilenos en sólo ocho meses de enfrentamientos y el Presidente José Manuel Balmaceda se había suicidado en la legación argentina. El 19 de septiembre de ese año, asume un nuevo gobierno encabezado por el Almirante Jorge Montt. A menos de un mes, un insólito incidente traería serias consecuencias diplomáticas.

En el primer siglo de vida independiente, el manejo de las relaciones internacionales había acarreado más de algún sobresalto. Teniamos en problemas con países cercanos y lejanos. Repasemos un poco: Guerra con la Confederación Perú- Boliviana; Guerra con España; pérdida de la Patagonia con Argentina; la famosa Guerra del Pacífico; ruptura con el Vaticano; conflicto del salitre con Inglaterra durante el gobierno de Balmaceda… y para ponerle la guindita a la torta, a fines del siglo XIX, una cuasi guerra con Estados Unidos.

El gobierno de Balmaceda había tenido fuertes conflictos con Inglaterra a causa del salitre. Los intentos de Balmaceda por nacionalizar el “oro blanco”, en las garras del empresario inglés John Thomas North, trajeron problemas con el gran imperio europeo. El gobierno chileno contó con el apoyo explícito de Estados Unidos, rival de los ingleses.

Cae Balmaceda y no surge la mejor onda entre el nuevo gobierno de Montt y los Estados Unidos. Eso porque, terminada la guerra civil, muchos notables del régimen anterior buscan asilo en la legación norteamericana (antiguo nombre de la embajada). El gobierno del almirante Montt trata de evitar eso reforzando la sede diplomática con piquetes de policías. El ministro plenipotenciario (actual embajador) Patrick Egan realiza arduas gestiones para obtener salvoconductos para los refugiados. Todo esto se vería entorpecido por un absurdo incidente en Valparaíso.

La noche del 16 de octubre de 1891, marineros del crucero estadounidense Baltimore incursionan en la vida bohemia porteña. Los hombres de mar liberan sus tensiones en tugurios, borracherías, tabernas y casas de huifa. En un local del Arrayán (en Valparaíso), se arma una trifulca descomunal entre los marinos yanquis y cargadores criollos, una pelea de curados guachacas. Interviene la policía y ocurre lo impensado: a un policía o a un estibador se le escapa un tiro. Muere en la reyerta el marino gringo de apellido Riggin. Poco después, en otra mocha en la Avenida San Martín, cae apuñalado otro marino estadounidense, un tal Johnson. Se habla de dieciocho cuchilladas que lo dejan como colador. Además, se cuenta de 20 marineros heridos. Esta noticia no tarda en llegar a Santiago, a la legación americana.

El embajador Egan le cuenta al gobierno de Mr. Benjamín Harrison. El Presidente de Estados Unidos presenta el caso en el Congreso y recibe apoyo “para actuar”. El Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Manuel Antonio Matta, y el representante de nuestro país en Washington, Pedro Montt, protestan por la actitud prepotente de los norteamericanos. Argumentan que “sólo es un hecho policial y que el gobierno de Chile nada tiene que ver”. Pero éste sería solo el comienzo.

Aquí empieza la leyenda de este turbio episodio. El gobierno de Harrison habría exigido las disculpas. Como no las obtuvo, envía a los navíos Yorktown y Boston a aguas chilenas, para reforzar al Baltimore. En nuestra tierra cunde el pánico. El Almirante Montt manda para la casa a Matta y a Pedro Montt. Los reemplaza y llega a un insólito acuerdo, bien “a la chilena”, pauteado por los gringos. Se habría efectuado un acto de desagravio, saludando a la bandera de Estados Unidos con veintiún cañonazos. Aún no queda claro dónde se llevó a cabo esta opereta. Algunos hablan del Fuerte Punta de Angel en Valparaíso y otros, de San Francisco (no de Mostazal, sino el de California). Se dice que después de esta ridícula sobada de lomo, el marino chileno Carlos Peña se quita la vida. Al no aceptar esta burla, hace el saludo militar y se vuela la cabeza de un tiro. ¡De película! Posteriormente, el gobierno chileno pagaría una pensión de 75 mil dólares a los deudos del Baltimore.

Este tumultuoso hecho tiene muchas interpretaciones históricas. Según el gran escritor, periodista, y cronista Joaquín Edwards Bello, no fue ni tanto. Dice que no hubo tal acto de desagravio, ni un solo cañonazo, que el gringo sobrevivió con 18 puñaladas y que nunca existió el tal marino Peña.

Otros aseguran que estábamos “con el tambembe a dos manos” ante el peligro del ataque norteamericano. Los que pagaron con esta trifulca son los pobres asilados, que esperan durante meses los famosos salvoconductos, achoclonados en la legación.

Con independencia de todo lo que se dijo en la época, no deja de ser curioso que un incidente puramente guachaca, y en territorio guachaca, nos haya traído un conflicto de proporciones con la gran potencia del Norte.

TRIVIA PRESIDENCIAL


•PARENTESCO
Cinco presidentes han tenido hijos que, a su vez, fueron presidentes (Francisco Antonio Pinto y Aníbal Pinto; Manuel Montt y Pedro Montt, además de su sobrino Jorge Montt; Federico Errázuriz Zañartu y Federico Errázuriz Echaurren; Arturo Alessandri y Jorge Alessandri; y Eduardo Frei Montalva y Eduardo Frei Ruiz-Tagle).
•REELECCIÓN
Cuatro presidentes han sido reelectos para el período siguiente (José Joaquín Prieto, Manuel Bulnes, Manuel Montt y José Joaquín Pérez) y dos para un período no consecutivo (Arturo Alessandri y Carlos Ibáñez del Campo).
•DURACIÓN EN EL CARGO
La persona que más tiempo se ha desempeñado con el título de Presidente de la República ha sido Augusto Pinochet con 5.563 días, superando los 3.723 días de los dos períodos de Arturo Alessandri. Mientras que Francisco Antonio Pinto es la persona que menos días se ha desempeñado como presidente, con sólo 14 días, seguido de Manuel Blanco Encalada, con 62 días.
•SUCESÍON POR VACANCIA
En dos ocasiones el Presidente del Senado (Francisco Ramón Vicuña y Pedro Opazo) y una el Presidente de la Corte Suprema (Abraham Oyanedel), respectivamente, ha debido subrogar al presidente por vacancia.
•EDAD
El presidente de la República que asumió más joven fue Ramón Freire, con sólo 35 años y 10 meses de edad, mientras el de mayor edad fue Ramón Barros Luco, que asumió el cargo a los 75 años de edad. Sin embargo, la persona que ejerció a mayor edad fue Carlos Ibáñez del Campo, que terminó su segundo periodo el mismo día que cumplió 81 años. Por otro lado, la persona que vivió más tiempo después de dejar la presidencia fue Blanco Encalada, que vivió casi 50 años tras el fin de su mandato.
•FALLECIMIENTOS
Cuatro presidentes han muerto naturalmente mientras ejercían el cargo (Federico Errázuriz Echaurren, Pedro Montt, Pedro Aguirre Cerda y Juan Antonio Ríos) y uno sólo se ha suicidado (Salvador Allende). Ninguno ha sido asesinado durante el desempeño de sus funciones.
•CEMENTERIOS
La mayoría de los presidentes de la República están sepultados en el Cementerio General de Santiago. Las únicas excepciones son Gabriel González Videla que esta en La Serena y Augusto Pinochet en su fundo de Bucalemu.
• LUGAR DE NACIMIENTO
Las personas que han desempeñado el cargo de Presidente de la República, la mayoría ha nacido en la ciudad de Santiago (17), seguidos muy de lejos por los dos que nacieron en Valparaíso (Allende y Pinochet) y en Concepción (Prieto y Bulnes) y por los nacidos en Petorca (Manuel Montt), Bucalemu (Balmaceda), Casablanca (Jorge Montt), Rancagua (Riesco), Longaví (Arturo Alessandri), Linares (Ibáñez), Pocuro (Aguirre Cerda), Cañete (Ríos), La Serena (González Videla) y Viña del Mar (Aylwin). Curiosamente el único nacido fuera del territorio nacional fue precisamente el primer presidente de Chile, que lo hizo en Buenos Aires, Argentina (Manuel Blanco Encalada).
•ESTADO CIVIL
De todos los presidentes de la República, sólo dos no han estado casados durante el ejercicio de su cargo (Jorge Alessandri y Michelle Bachelet).
•PROFESIÓN
19 presidentes han sido abogados, de los cuales Pedro Aguirre Cerda era además profesor, cinco han sido militares, dos han sido marinos, dos ingenieros y dos médicos. De los presidentes que estudiaron en alguna institución de educación superior, todos lo hicieron en la Universidad de Chile o su antecesora (la Real Universidad de San Felipe); la única excepción es Eduardo Frei Montalva que lo hizo en la Pontificia Universidad Católica de Chile.
•CANDIDATO ÚNICO
Fueron electos sin contrincantes: Aníbal Pinto, Domingo Santa María, José Manuel Balmaceda, Jorge Montt y Ramón Barros Luco; Manuel Bulnes fue reelecto en igual situación.
•ELECCIÓN EN EL CONGRESO
Debieron ser elegidos por el Congreso Pleno, tras las respectivas elecciones: Federico Errázuriz Echaurren, que en la votación de 1896 obtuvo sólo tres electores de diferencia frente a Vicente Reyes Palazuelos, con acusaciones de fraude electoral; Juan Luis Sanfuentes, tras la elección de 1915 en que alcanzó sólo un elector de diferencia sobre Javier Ángel Figueroa Larraín, con denuncias de cohecho; y Arturo Alessandri Palma, que en la votación de 1920 obtuvo cuatro electores más que Luis Barros Borgoño, y tras la decisión de un Tribunal de Honor ratificó el triunfo del León de Tarapacá. Con la Constitución de 1925, en el caso de que ningún candidato obtuviera la mayoría absoluta, el Congreso Pleno debía elegir al presidente entre los dos candidatos que hubiesen obtenido la mayoría relativa. En las cuatro oportunidades que el Congreso debió decidir, en las elecciones de 1946, 1952, 1958 y 1970, escogió al candidato que obtuvo la mayoría relativa. Así fueron electos: Gabriel González Videla, Carlos Ibáñez del Campo, Jorge Alessandri y Salvador Allende.
•CONSTITUCIONES
En Chile han existido 10 textos constitucionales (1811, 1812, 1814, 1818, 1822, 1823, 1828, 1833, 1925, 1980.

¿DONDE ESTA CHILE?

En este siglo XXI, nuestro país se ha transformado nada menos que en el primer país con mayores tratados de libre comercios (TLC) pero sin duda en el siglo XIX la palabra “CHILE” no era tan conocido en el mundo.

La prensa y la sociedad de la época se habían quejado del poco interés que despierta en Europa la geografía americana. Mientras los niños de la época conocían el mapa hasta los últimos rincones de ese continente, los periodistas europeos rara vez sabían que Chile no es una provincia de México. Aquí narraremos tres hechos históricos nacionales presentados en forma de anécdotas.

1.- COMO ES SU PRESIDENTE

El historiador Diego Barros Arana conocido opositor del gobierno del presidente Manuel Montt, a consecuencia de la situación política interna, debió exiliarse en 1858. Estando en París, un miembro del Instituto de Francia le preguntó en una ocasión: "¿Qué tal gobierno hacen en su tierra los araucanos?", tras las respuestas del chileno, el francés contrapreguntó "¿Que su Presidente es blanco?". La respuesta de Barros Arana fue "el Presidente Montt es muy blanco y de formas apolíneas"

–"¡A lo que obliga el patriotismo!", concluía el mismo Barros Arana al narrar oosteriormente la situación, que ilustra la visión europea sobre Chile en dicha época.

2- ANDATE AVERIGUAR

Vicente Pérez Rosales cuenta en libro de relatos personales Recuerdos del pasado (1814-1860) que acudió en 1830 a una oficina de entrega de pasaportes en París, Francia. Él relata que "Chile era tan poco conocido en Europa en 1830, como lo es para los chilenos en el día, la geografía de los compartimientos lunares". Al llegar, fue consultado por el oficinista:

- ¿De qué país es usted caballero?
- De la república chilena.
- ¿Cómo dice usted?
- De Chile, señor.
- ¿Qué está usted diciendo?… Chile, ¡vaya un nombre!
- Si, señor. - respondió Pérez- De Chile, república americana. ¿Qué tiene de extraño este nombre?
- ¡Ah, ah!, ¿de l’«Amérique», eh?… Chili… Chile, aguarde usted… Chile. Dígame usted más bien, caballero, ¿de qué pueblo es usted?, porque de tal Chili no hago memoria.
- De la ciudad de Santiago, señor.
- ¡Anda diablo! - exclamo entonces el sabio oficinista- ¡acabará usted de explicarse!
- Y volviéndose a su escribiente le dictó estas palabras:
V. Pérez Rosales, natural de Santiago de México.
Al oír semejante atrocidad, Pérez Rosales exclamó exasperado: ¡De Chile! Que no de México - Pues, mándeseme mudar de aquí - respondió el geógrafo - y no me vuelva a entrar en mi oficina antes de averiguar mejor cuál es su patria.

3- NOTICIA DE PRIMER MUNDO

La prensa Chilena publicó en 1915 esta insólita noticia publicada en un diario francés en relación a la muerte del entonces Presidente de la República, Federico Errázuriz Echaurren (1901), dejando en claro que para los Europeos por lo menos dejamos de ser una provincia de México, lo que era un consuelo para la época.

“Se avisa de PATAGONIA que ha fallecido el General ERRÁZURIZ, presidente de ese país, cuya capital es CHILE. El General Errázuriz era veterano de la Guerra del PARAGUAY y rico estanciero de TUCUMÁN, región CHILENA abundantísima en ganado."

Para ser realistas efectivamente el Presidente Errázuriz era millonario pero no era por el ganado, nunca combatió en ninguna guerra, ya que provenía de una familia de juristas y era hijo del Presidente Federico Errázuriz Zañartú, admirador declarado del liberalismo.

LA PIOCHA DE O'HIGGINS

Para gran parte de la población, el símbolo del poder del Presidente de la República es la banda presidencial. Sin embargo, de acuerdo a la tradición nacional, éste realmente recae en “LA PIOCHA DE O'HIGGINS" que se coloca sobre la banda en el extremo inferior de la banda presidencial, es una estrella de cinco puntas de, aproximadamente, 7 cms de diámetro, esmaltada en color rojo.

Esta Piocha es el homenaje más simbólico a su memoria. Se dio esta denominación a una medalla que O’Higgins ordenó poner en la banda presidencial, reliquia que fue regalada por el prócer a José Gregorio Argomedo luego de su abdicación (1823).En el marco de la inauguración del monumento instalado en la Alameda (1872), los sucesores de Argomedo la entregaron al Presidente Federico Errázuriz Zañartú, quien la puso en la banda presidencial inaugurando una tradición que se mantiene.

Aunque se reconoce que la Piocha lleva un poder casi místico. Para las ceremonias de mando, el Presidente electo debe recibirlo de su antecesor para que su futura administración tenga suerte. Pero existen historias en las cuales existieron casos en que esta reliquia se les cayó a los Primeros Mandatarios.

Durante la asunción del presidente Arturo Alessandri (1920), ocurrió un hecho que ha querido considerarse como una especie de premonición de los acontecimientos que sucederían entre 1924 y 1925.

Luis Claro Solar, en su calidad de presidente del Senado, al tratar de colocar la piocha de O'Higgins sobre la banda presidencial, ésta se cayó al suelo. Claro Solar, se apresuró a levantarla y la colocó de nuevo sobre la banda. Arturo Alessandri al ver lo sucedido expresó: "Mal augurio me acompaña, la insignia del mando se quiere escapar", a lo que Claro Solar contestó: "No importa porque nada ha pasado; yo se la puse de nuevo".Detentando la primera magistratura el "León de Tarapacá" Arturo Alessandri Palma se percató de este detalle y al terminar su primer mandato (1925) tomó un pequeño trozo papel, escribió sobre él, lo fechó y lo guardó dentro de la piocha.

Cuando salio electo Presidente de la República, por un segundo período (1932), recibió la banda presidencial, y luego que se le hiciera entrega de la piocha, procedió a abrir la cerradura y sacar el papelito que estaba en su interior, exhibiéndola al público presente. Dicho trozo de papel decía "VOLVERÉ".

Se mantuvo intacta hasta el golpe de estado de 1973, en que desapareció durante el bombardeo al Palacio de La Moneda. Durante el Régimen Militar fue confeccionada una nueva, en bases a fotografías de la original.

Más de 80 años después de la asunción de Alessandri, la piocha de O'Higgins volvió a jugar una mala pasada al primer mandatario del país durante las ceremonias de cambio de mando.

El 12 de marzo de 2006, un día después de la inauguración de su mandato, Michelle Bachelet abordó el automóvil presidencial con rumbo a la Catedral Metropolitana para participar del Te Deum ecuménico en honor a su gobierno. Sin embargo, al subir al Ford Galaxie, la piocha de O'Higgins, que se coloca sobre la banda presidencial, quedó atascada con la puerta y se desprendió de la banda, cayendo al suelo.

Bachelet alcanzó a percatarse de lo sucedido y trató de buscar la piocha, pero un carabinero cercano notó el suceso y recogió el símbolo del poder. La primera Presidenta del país recibió la piocha y la guardó entre sus manos, aliviada luego de que por algunos segundos, su poder estuviera en el suelo.

"EL GENERAL" Y "SAN MARTÍN"


Un día, un soldado se presenta al despacho del General José de San Martín y, saludándolo a la usanza militar le dijo:
*Necesito hablar con don José de San Martín, no con mi general. ¿me permite usted hacerlo?
-Hable usted - respondió San Martín.
*Señor, anoche he perdido en el juego $2.000 de propiedad del batallón; por favor tenga compasión de mí, le juro que yo no soy un tipo vicioso. Me aflijo por mi padre que es pobre y anciano, él moriría de pena si se publica mi falta.
-¡Basta! - exclamo San Martín, mientras sacaba de la cajonera de su despacho $2.000, que posteriormente le entrega al oficial
- Vaya a pagar ese dinero y guarde en el más absoluto de los secretos lo que usted acaba de decirme, porque si el General San Martín se llega a enterar de esto, lo mandará a fusilar de inmediato.